Yucatán: El Estadio Sostenible no ve la luz a casi dos años
Rafael Flores vive a 200 metros del terreno en el que Juego de Pelota y el gobierno de Yucatán proyectan construir el novedoso y multifuncional Estado Sostenible, en la zona norte de Mérida, cerca de la salida a Puerto Progreso. “Llegamos antes, tenemos derecho sobre él. No queremos que lo hagan; no queremos, de plano”, sentencia tajante. “Nos afecta como vecinos”, denuncia Miriam Pinzón, cuya residencia se ubica a 350 metros del lugar, “hay toda una cadena de impactos para nosotros. Nos preocupa mucho”.
Juego de Pelota INC., una empresa enfocada en el desarrollo de ‘estadios sostenibles’, registrada en Delaware (EEUU) y con sede central en pleno Wall Street, en Nueva York, es la encargada del proyecto. La firma también tiene en su agenda el nuevo estadio de los Tigres de la UANL, anunciado al público el pasado enero en Monterrey, Nuevo León. El Estadio Sostenible de Yucatán (ESY) está planeado como un recinto de usos mixtos. Contempla generación de energía limpia, contará con mecanismos para reutilizar el agua de lluvia y no necesitará de inversión pública. El diseño del estadio está inspirado en el aro de piedra del pot ta pok, el legendario juego de pelota maya; y la fachada, completamente blanca, será decorada con detalles estéticos característicos de la civilización maya. El proyecto incluye un hotel, un centro de convenciones, oficinas y restaurantes; un desarrollo 360° que garantizará el funcionamiento del edificio durante todos los días del año, no solo en jornadas de partido.
Venados F.C. (Liga de Expansión) y Leones de Yucatán (Liga Mexicana de Béisbol) serán los principales beneficiados de un estadio que podrá reconvertirse dependiendo de la ocasión. Su flexibilidad arquitectónica le permitirá pasar de los 23,000 asientos en partidos de béisbol a los 27,000 para el fútbol. El aforo máximo será de 30,000, estimado para conciertos. Juego de Pelota gestionará el proyecto a nivel administrativo, pero será Populous, empresa de larga trayectoria en la construcción de estadios, la encargada de la edificación. En la cartera de Populous están coliseos de la talla del nuevo Wembley, Yankee Stadium y el hogar del Tottenham Hotspur que sustituyó a White Hart Lane. Juego de Pelota replicará el mismo modelo para el estadio de Tigres, para el cual también creará una empresa de propósito específico: una sucursal basada en la ciudad de la obra dedicada exclusivamente al proyecto, misma que ya existe en Mérida para el ESY (Estadio Sostenible de Yucatán, Sociedad Anónima Promotora de Inversión de Capital Variable).
Las edificación del ESY se ha retrasado porque los trámites de permisos y licencias de construcción han marchado más lento de lo esperado. Anunciado en septiembre de 2020, con bombo y platillo y con la anuencia del gobierno estatal, el ESY iba a estrenarse, según la promesa inicial, en 2023. Es improbable que se cumpla con los plazos. Hasta lograr la obtención del permiso de construcción, la empresa debe cumplir con todas las factibilidades anteriores: proyecto ejecutivo, manifestación de impacto ambiental, estudio de impacto urbano, permisos del INAH, y un largo etcétera. Juego de Pelota ya se encuentra en la parte final del proceso, confiaron fuentes a AS; también está en busca de inversiones, tanto locales, eminentemente yucatecas, como nacionales y hasta internacionales; ya hay avances al respecto, no obstante aún no se concretan contratos en tanto los permisos de construcción sigan en trámite. Contrario a trascendidos publicados en las semanas más recientes en medios locales, el ESY continúa. El gobierno de Yucatán y Juego de Pelota no se han retirado del plan.
Dudas y respuestas
José Antonio Téllez está a cargo de la puesta en marcha del ESY. Jefe de operaciones y accionista minoritario de Juego de Pelota, economista del ITAM con amplia experiencia en retail y desarrollo de negocios (con altos encargos en Walmart y Elektra), ha estado a cargo de las gestiones con el gobierno de Yucatán y contactos con inversionistas. Téllez explica en entrevista con AS el porqué la promoción del estadio ha bajado de intensidad en las últimas semanas, razón por la que algunos medios dieron por descartado el proyecto: “Seguimos resolviendo algunas situaciones muy puntuales que el municipio nos ha hecho ver para efectos de la licencia de construcción. Ahí es donde decidimos ser muy discretos, trabajar en esos puntos y, ya contando con eso, decir ‘ya está, ya cumplimos’. Y ahí sí le metemos segunda, tercera y cuarta para recuperar nuestra narrativa original sobre los beneficios que traerá para la ciudad”.
El proyecto ha encontrado resistencia en un grupo de vecinos de Sodzil Norte, Cordemex y la Colonia Ampliación Revolución. El colectivo no desaprueba la construcción del estadio per sé, sino su ubicación. “Toda la inversión que invite a un desarrollo en Mérida es bienvenida. El problema es que se está planteando ubicar en un lugar que es absolutamente inapropiado por las características del proyecto”, asegura Cecilia Navarro Solano. “El terreno es de poco más de cuatro hectáreas, lo que a todas luces, por sentido común, es insuficiente para la instalación de un estadio. Si a esto le sumamos el hecho de que es un terreno público, que antes alojaba a una escuela normal, y que el gobierno estatal está entregándosela a un particular, no sabemos en qué términos ni a través de qué mecanismos, todavía cuesta mucho más encontrarle racionalidad al proyecto”, expone el Arq. David Sosa, miembro del Colegio Yucateco de Arquitectos, organización que en septiembre de 2021 manifestó su abierto rechazo al desarrollo en una carta enviada al gobernador Mauricio Vila. “Se planea construir en un punto neurálgico en términos de movilidad para muchísima gente, no solo para los vecinos. Es uno de los puntos críticos del tráfico en la ciudad”, argumenta el especialista a este medio.
Los vecinos consultados no se explican cómo Juego de Pelota y el gobierno de Yucatán plantean el Estadio Sostenible en un espacio ya saturado de Mérida. Sosa desarrolla varios conflictos; el primero, la movilidad; segundo, la extensión del terreno; tercero, la gestión gubernamental del terreno. “¿Por qué entregan un espacio que es de todos a un particular para que desarrolle un proyecto privado, donde el beneficio será para el que pague, cuando la esencia de este espacio es público, cuyo beneficio debería ser de la ciudad y para todos?”, cuestiona. En cuarto, las características del proyecto arquitectónico en sí: “Han caído en el extremo, que me parece ridículo, infantil, de decir que la infraestructura comercial en la zona inmediata estaría dispuesta a ofrecer sus espacios de estacionamiento al estadio cada vez que hay evento. El predio, por sí solo, no puede resolver este tema”, inicia antes de abundar sobre los espacios entre estadio y avenidas, insuficientes de acuerdo a la extensión del terreno, lo cual, según su óptica, podría poner en peligro a los asistentes: “No habría un espacio de protección para los usuarios que entren y salgan del estadio masivamente antes de que comience la calle. El perímetro que dejan en el borde para un estadio de ese tamaño es ridículo: seis-siete metros. 30,000 personas en un perímetro así. No hay manera de que funcione”.
El principal argumento de Sosa, y en el que estriba el rechazo del grupo de vecinos, es que Mérida y el propio gobierno estatal disponen de terrenos de mucha mayor magnitud en zonas con menor afluencia vehicular y en donde es más necesaria la derrama económica. “El sur de la ciudad es la parte que más necesita atención, más inversión. Ahí hay problemas importantes de descomposición del tejido social, escasez de empleo, falta de servicios públicos. En el norte, donde quieren hacer el estadio, en un radio de un kilómetro se han recibido seis piezas de infraestructura pública y privada. No se llevan la inversión a donde hay más espacio y donde definitivamente será bien recibida. Una pieza como esta tiene el potencial para iniciar un proceso de transformación en esa zona”, apunta el arquitecto.
La opacidad del proyecto es algo que también preocupa a los residentes próximos. “Desde finales del año pasado cuestionamos al gobernador sobre si existía un contrato de compra-venta y cuáles eran las condiciones de ese contrato. No nos han dado respuesta”, asegura Cecilia Navarro. A la sazón, cinco dependencias del gobierno de Yucatán negaron, en respuesta a seis solicitudes de transparencia elaboradas por AS, disponer de alguna constancia de que se haya efectuado la compra, o un convenio de ‘compra-venta’ del predio por parte de ninguna empresa.
Ninguno de los vecinos que hablaron con AS ha sido consultado por las autoridades correspondientes. El gobierno estatal prometió que llevaría a cabo una consulta ciudadana para dirimir el futuro del proyecto, pero no se ha llevado a cabo. “Nadie se ha acercado con nosotros. Entendemos que sí lo han hecho con la gente que se beneficiaría económicamente de un empleo temporal”, reveló Miriam Pinzón. “Esta situación ha sido muy opaca. Qué casualidad que un día antes de que se desincorporara el predio anuncian el lugar donde van a hacer el estadio. Eso te habla de una falta de consideración de la ciudadanía. Nos vienen con la justificación de que eso incrementa los valores de nuestros predios, pero es una mentira”, expresa Goreti Campos, quien vive a 300 metros del predio. “Hubo algunos acercamientos por parte de Desarrollo Urbano junto con un ejecutivo, un representante de Juego de Pelota. Ellos sí llegaron con algunos vecinos de las colonias con menor poder adquisitivo que rodean al estadio. Hubo alrededor de tres-cuatro reuniones y solo vendieron la idea del proyecto planteándoles de forma muy tendenciosa los beneficios y bondades del mismo. No fue una consulta real, definitivamente”, abona Cecilia Navarro. El grupo ha solicitado audiencias con varios órdenes de gobierno y, hasta ahora, solo han sido atendidos por el secretario de Obras Públicas de Yucatán, Aref Miguel Karam Espósitos, y Julio Enrique Sauma, secretario de Participación Ciudadana del municipio de Mérida.
La casa de Genny Gamboa está a solo seis metros del terreno en el que está proyectada la edificación del ESY. Hace cuatro años, durante la construcción del Harbor Lifestyle Mall, sufrió los efectos colaterales de la obra: “Tuve deterioro en mi propiedad: se rompieron algunos acabados, se abrieron algunas grietas. Interpuse una denuncia; el peritaje salió a favor, pero nunca hubo ninguna resolución para reponer el daño”. Gamboa no quiere que la experiencia vuelva a repetirse: “Es muy incómodo. El ruido, el polvo, la cantidad de gente. Desgraciadamente no están tomando en cuenta las necesidades de la comunidad”. Víctor, biólogo que habita a 420 metros del terreno, agrega que el ESY podría desencadenar un ecocido: “Tenemos identificadas a más 40 especies de aves y 55 en total, entre mamíferos, reptiles y aves. Perder eso, aunado a la cantidad de árboles que hay en la zona, que son muy viejos y que significan trampas de carbono muy importantes, es perder a un pulmón que tiene la ciudad”. Miriam Pinzón también analiza el impacto negativo que conllevaría el ESY en su día a día: “Muchos de los que llegamos a vivir en esta zona decidimos residir acá por la tranquilidad. Pero, ahora, con un estadio a unas cuadras de donde vives… El ambulantaje, que se estacionen en la puerta de tu casa, el problema de la basura. Nos preocupa mucho”.
El grupo de vecinos propone, como alternativa, construir un parque público en el mismo terreno y llevar el ESY a otra zona de la ciudad, a alguno de los cientos de terrenos que también son propiedad del gobierno estatal o, en su defecto, utilizar la inversión para remodelar el Complejo Deportivo Kukulcán, donde se ubican el parque de béisbol de los Leones de Yucatán, el Poliforum Zamna, y el Estadio Carlos Iturralde Rivero de Venados. “Así toda la comunidad podrá practicar deporte. Que no se destine solamente al espectáculo deportivo; también puede ser una lugar de encuentro cultural y social. Y se usaría todo el año”, pone sobre la mesa Miriam Pinzón. “¿Qué va a pasar con esa zona si dejan de funcionar los estadios?”, plantea Goreti Campos, “allá la gente ya está acostumbrada a la movilidad caótica y si les mueven a los equipos entonces les van a quitar su ingreso”.
Genny Gamboa
Otra queja que esgrime el grupo de vecinos es que, denuncian, el gobierno estatal está condicionando la inversión en programas sociales y rehabilitación urbana en la zona a la construcción del ESY. “Nos dicen que gracias a él va a haber beneficios para nosotros. Servicios de los que por décadas se han carecido. En muchas zonas no tienen servicio de agua potable, por ejemplo. O que ahora sí van a arreglar el problema de los baches. Nos venden que por fin va a haber recursos para suplir estas carencias. Todos pagamos impuestos, prediales. El mío se incrementó en 110% este año. De ahí debería salir para financiar esas mejoras. Reconocen el rezago, pero asumen que la única manera de resolverlo es intercambiándolo por el estadio”, sentencia Cecilia Navarro, en coincidencia con Genny Gamboa: “Es un chantaje. Dicen que el dinero de la venta del terreno va servir para mejorar la infraestructura, cuando eso debería de ser a través de nuestros impuestos”. “Es una pena que este gobierno esté priorizando la parte económica y política a un particular que a su propio pueblo. Nos ha costado mucho tener lo que tenemos y ahora deciden poner un estadio frente a mi casa”, lamenta Gamboa.
El origen y los antecedentes de Juego de Pelota y su cercanía con el gobierno estatal también causan suspicacias en el grupo. Dice Rafael Flores: “Se supone que es inversión privada y el que hace los anuncios es el gobierno del Estado. Por eso no cuadran las cosas. Además no nos informan y hay mucha opacidad. La compañía tiene muchos proyectos y nunca llevaron a cabo ninguno”.
Para Téllez, parte de las protestas contra el ESY están motivadas por intereses políticos. No obstante, matiza que sí hay cuestionamientos válidos de quienes se dicen afectados: “Hemos estado atendiendo sus inquietudes”. Aclara que sí se han entablado conversaciones con grupos vecinales y que la muestra de ello es la validación del manifiesto de impacto ambiental: “Parte de ese ejercicio exige demostrar que tuviste contacto con ellos”. Según el jefe de operaciones de Juego de Pelota, se han realizado entre 30 y 40 reuniones con los vecinos de Sodzil Norte y Cordemex. La gran mayoría de sus inquietudes tiene que ver con el agua: “La infraestructura del estadio va a mejorar la presión”, resolvió Téllez. La electricidad: “Temen que su recibo vaya a subir. Pues no. La realidad es que seguirá igual. Además tendremos celdas solares en el techo del estadio para consumo propio y también para los vecinos”. El predial: “Solo subirá si vendes el terreno y le cambias el giro”. No habrá expropiaciones, promete. “Lejos de ello, las propiedades van a generar una plusvalía enorme. Además se les van a dar facilidades por si quieren cambiar el uso de suelo”.
Sobre la conectividad vial con el ESY, Téllez argumentó que la cantidad esperada de automóviles será mucho menor, debido a que la idea del estadio es recibir un 30% de asistentes que provengan de otras ciudades del país. “Van a llegar en transporte público, o caminando, o en bicicleta. En su defecto, el asistente pedirá un transporte mediante alguna aplicación”. En añadido, anunció que está trabajando en soluciones de transporte público con base en un estimado de automóviles que se trasladarán hasta el recinto: “Serán aproximadamente 10,000 personas. Hicimos un cálculo: 2.7 personas por coche. Esto significa que llegarán más o menos 3,000 autos al estadio. En ellos está pensando este proyecto, para que lleguen tres-cuatro horas antes, con mucha anticipación, y puedan hacer uso de las zonas de entretenimiento”. El plan de Téllez considera segmentar los cobros del estacionamiento por franjas horarias: la lógica de dicho esquema es evitar atascos: “Hay diferentes maneras de estimular que esos 3,000 autos que lleguen al estadio lo hagan de manera pausada. No habrá colapso. Además, la zona norte es la mejor para colocar al estadio en cuanto a la afluencia vial: la prolongación Montejo tiene cuatro carriles de ida y cuatro de regreso”.
La ubicación del ESY es un tema central en la discusión. De acuerdo a Téllez, es innegociable: el estadio debe estar en zona urbana para que pueda ser rentable: “Esto es un proyecto de inversión privada. Tiene que hacer sentido financieramente. No puedo poner unas oficinas y un hotel, como las que va a tener el estadio, en una zona en la que no voy a tener clientes. Sin clientes no hay inversión privada. El norte de Mérida es el mejor lugar para nosotros”. ¿Y qué pasará con el Parque Kukulcán y el Estadio Carlos Iturralde? “La dinámica económica en esos estadios es bajísima”, arguye Téllez: “No olvidemos que el de Venados opera no más de 100 horas al año. Y en el Kukulcán, sobre todo a inicio de temporada, no hay tanto movimiento. Sí, puede haber gente que pierda sus $20 cuando se estacionan frente a su casa. La dinámica económica del nuevo estadio será todos los días del año. Se va a multiplicar por miles la derrama económica de un lugar a otro”. El racional de Téllez y Juego de Pelota se resume en que el ESY generará más riqueza en total que los dos edificios existentes.
Faltan respuestas
Cesar Esparza es el director de Juego de Pelota. Además del ESY, cuya gestión recae principalmente en Téllez, Esparza también coordina los otros dos proyectos insignia de la firma: los estadios de Monterrey y Verona. Él también está en el ojo del huracán. “Siempre escuchamos con apertura los cuestionamientos y las críticas que tiene cualquier proyecto”, respondió a AS en enero, tras la presentación del estadio de Tigres. Esparza comparte la postura de Téllez: hay un cariz político detrás de las reticencias al ESY: “Hay demasiada coincidencia en que las personas que se oponen a un proyecto son del partido contrario al que está en el poder. Es desafortunado, porque son proyectos que ayudan a toda la comunidad, que generan una derrama económica que en este momento le urge al país”. “Las críticas válidas, como la conectividad, el estacionamiento, el tráfico, las hemos atendido”, resuelve el empresario.
No obstante, el grupo de vecinos sigue en pie de combate: “No estamos dispuestos a mirarlo pasar”, reclama Geovanna Campos, quien, al mismo tiempo, es militante de Morena, pero no ocupa cargo público alguno: “Mérida no les importa y a nosotros sí. La ciudad va a colapsar si ese estadio está ahí. Y no es porque yo esté en un partido. Soy una ciudadana, como muchos otros, que no quiere al estadio”. Goreti Campos respalda el talante ciudadano de la oposición al proyecto: “No se vale que digan que somos un movimiento de golpe. Al contrario, queremos que el gobernador tenga los mejores resultados. Queremos colaborar con ellos. Creemos que el proyecto que necesitamos para Mérida es el parque que proponemos (…) Es indignante que se nos desacredite diciendo que tenemos un interés partidista y que solo queremos golpear. Hemos tocado la puerta de manera correcta, civilizada, y no hemos tenido respuesta”. AS intentó en reiteradas ocasiones entrevistar a personajes del gobierno estatal cercanos al ESY: el secretario Aref Miguel Karam y al titular de la Secretaría de Fomento Económico, Ernesto Herrera Novelo. Sin embargo, ambas dependencias no brindaron respuestas favorecedoras a las solicitudes; la SEFOET apeló directamente a la prohibición de propaganda política con motivo del proceso de revocación de mandato del presidente de la República para declinar la petición. Poco después del referéndum, este medio intentó en vano, de nueva cuenta, obtener las voces de ambos funcionarios.
AS tiene en su poder el estudio de impacto urbano y la resolución de factibilidad urbana del ESY. El primero, encargado por Estadio Sostenible de Yucatán SAPI de CV, empresa de uso específico ligada a Juego de Pelota y registrada en Mérida, fue conducido por Consultores Urbanos y Ambientales SCP. El dossier identifica cinco impactos negativos menores y temporales, y cuatro positivos durante la etapa de ejecución; durante la operación, el documento vislumbra cuatro impactos positivos y tres negativos. No obstante, el estudio no explica los mecanismos para mitigar los impactos negativos ni desarrolla los problemas que el proyecto podría acarrear a vecinos y viviendas.