Migrantes son abandonados en municipios de Chiapas; frontera sur es centro de expulsión
Bernardo no sabe dónde está, sólo concibe la idea que está a unos pasos de cruzar a Guatemala, pero aún del lado mexicano. Un autobús lo ha dirigido hacia el municipio de Tuxtla Chico, la puerta de entrada a México por Chiapas, donde junto a su familia están a la deriva.
Hace menos de cinco días, un grupo de al menos 12 colombianos fueron “deportados” desde la Ciudad de México, a donde habían conseguido llegar con sumos esfuerzos y pretendían dirigirse hacia Tijuana, pero fueron localizados por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y enviados a esta franja fronteriza.
“Estamos buscando un hotel para quedarnos aquí, por lo menos un par de días y resolver qué haremos, porque estamos muy lejos de Cali, que es de donde venimos, y la verdad no queremos regresar porque ya pasamos muchas cosas y países”, afirma el hombre de 42 años.
En el grupo viajan menores de edad, incluso un bebé en brazos de su madre, lo que complica aún más las tareas de movilidad de manera irregular por el sur de México.
El gobierno mexicano ha dejado de deportar a la mayoría de los extranjeros que ingresan al país por la vía ilegal. Mientras en Tapachula, al sur de Chiapas, cientos de migrantes protagonizan enérgicas protestas y disturbios, decenas de centroamericanos y sudamericanos, incluso haitianos, son enviados a la tierra de nadie y a la deriva para que se “pierdan” en municipios del sur de esta Entidad.
Estas semi deportaciones se han convertido en una oportunidad para coyotes, que están al acecho de los migrantes para ofrecerles movilizarlos de manera más segura y rápida (otra vez) al centro del país.
El grupo de colombianos, dos días después de haber sido detectados en el parque central de Tuxtla Chico, una población que carece de servicios básicos, alumbrado público y seguridad, se han enganchado con traficantes de personas que los han ascendido a un colectivo y llevado por caminos ejidales para poder conectar, primero, con Tapachula y así evadir los puntos de inspección migratoria en la ruta.
“Ya andamos en Arriaga mi hermano, hemos podido avanzar y nos vamos a cruzar por Oaxaca”, señala Bernardo, que asegura han recorrido únicamente rutas de extravío y se han detenido en casas de seguridad en las cuales no se asoman ni las moscas.
Al adentrarse en territorio oaxaqueño, a unos 350 kilómetros del punto donde fueron abandonados, se ha perdido comunicación con el grupo, lo que genera altas sospechas que se les ha prohibido comunicarse con demás personas mientras atraviesan por unas de las zonas más complicadas mientras avanzan a la capital mexicana.
Los retornos hacia la frontera sur se han convertido en un círculo vicioso que pone en riesgo a los extranjeros. Son altamente vulnerables a las redes de tráfico y a ser utilizados por el crimen organizado. Desde inicios de 2021, los retornos de migrantes desde el norte del país, incluso desde Estados Unidos bajo el título 42, se han elevado hasta 70 por ciento según registros del departamento de migración en México, pero todos a municipios como Ciudad Hidalgo y Tuxtla Chico, donde son abandonados con la intención que crucen a territorio guatemalteco, pero todos vuelven a tomar ruta hacia el centro del país en un vaivén que violenta aún más los derechos humanos y pone en riesgo la vida de cientos.