noviembre 15, 2024

México: ¿a qué le tiene miedo AMLO?

AMLO busca supuesta ‘justicia’ contra sus adversarios políticos, pero la evade para las víctimas de la Línea 12 del metro, porque esa justicia atenta contra sus intereses electorales y proyecto político.

Faltan pocos días para las históricas y masivas elecciones del 6 de junio en México. Y hay algo que le quita el sueño, la racionalidad y la serenidad al presidente Andrés Manuel López Obrador, a su partido político Movimiento de Regeneración Nacional, y a las redes de intereses que los rodean. Están desesperados, tienen miedo, según informan diversas fuentes al interior de las filas morenistas. Por eso el ambiente está particularmente crispado en Palacio Nacional en las últimas semanas.

Esa desesperación hace a la cúpula morenista más irritable. A sus huestes, con fidelidad natural o alquilada, las vuelve ridículamente rabiosas. Y al presidente la desesperación lo obnubila peligrosamente, al grado que insulta a la población de clase social más desprotegida, como cuando mandó «al carajo” a las víctimas de la Línea 12 del metro. Los ignoró mostrando un ángulo hasta ahora desconocido públicamente, que a muchos de sus legítimos simpatizantes debe haber desconcertado.

Pero ¿qué causa la desesperación de AMLO? ¿Por qué interviene dolosamente en el proceso electoral con sus denuncias públicas contra candidatos de oposición? ¿Por qué la Fiscalía General de la República abre a última hora expedientes contra candidatos y autoridades emanados de partidos de oposición y no lo hace también contra candidatos de Morena que igualmente ameritarían la apertura de carpetas de investigación? ¿Por qué su gobierno ha pedido desesperadamente, y sin éxito, al gobierno de Estados Unidos abrir una investigación criminal contra el gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, ¿sin presentar elementos de prueba contundentes?

¿Por qué AMLO enciende fuegos y hace humaredas desde Palacio Nacional? ¿Hacia dónde no quiere que miremos?

Informan que AMLO atraviesa por dos crisis paralelas que ponen en riesgo la versión oficial de lo que supuestamente son él y su gobierno.

Una de las crisis -la más grande políticamente y de repercusiones aún incalculables para  AMLO- es el criminal derrumbe de la Línea 12 del metro, ocurrido el 3 de mayo en Tláhuac, cuyo caso fue tema de mi última colaboración.

El crimen afecta directamente a los dos principales candidatos de AMLO a sucederlo en la presidencia en 2024. Marcelo Ebrard, Canciller de México y uno de los hombres más leales y que más ha contribuido al proyecto político de AMLO, con defectos, pero con carácter y visión propia. Y Claudia Sheinbaum, Gobernadora de la Ciudad de México, inexperta, dócil, protectora del jefe policiaco de negro historial Omar García Harfuch, quien, a su vez, protege al grupo policiaco corrupto de Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino, vinculados al Cartel de Sinaloa.

Luego del desastre de la Línea 12, AMLO tomó una decisión precipitada e inclinó su preferencia para proteger a Sheinbaum, esperando que Ebrard se sacrificara y se hiciera a un lado una vez más, como lo hiciera en 2011, cuando él era el favorito en las encuestas para ser candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y dejó el puesto a AMLO.

Se informa que, al igual que se resquebrajó la Línea 12, hay una gran fractura en el interior del gobierno de AMLO y su partido. Se habla de que hay ruptura entre Ebrard y AMLO, y no es poca cosa. Ebrard tiene muchos simpatizantes y personas dentro de Morena y la izquierda que habían apostado a que él sería el sucesor. Aunque son públicos y notorios los señalamientos de la mala construcción del Metro, antes que sacrificar a Ebrard, AMLO tendría que sacrificar a su principal aliado empresarial, el magnate Carlos Slim, que es uno de los principales constructores de la Línea 12.

Se sabe que se estaría preparando una manipulación en el dictamen del gobierno de Sheinbaum sobre las causas del desastre, donde la responsabilidad de ella y su gobierno se minimice, pese a la clara negligencia de no haber dado mantenimiento al metro, y su prepotencia y negligencia igual de criminal para atender a las víctimas.

Aunado a eso están los efectos electorales del crimen de la Línea 12. Públicamente, Morena dice que va muy bien en las encuestas y que arrasará en las elecciones del 6 de junio. Internamente, el gobierno de AMLO tiene otros números que le quitan el sueño. La enorme diferencia a favor de Morena, con la que inició el proceso electoral, se ha ido reduciendo, principalmente después de la tragedia en Tláhuac. Hay quienes dicen que incluso existe el real peligro de perder una buena cantidad de gubernaturas y diputaciones si el gobierno «no actúa a tiempo”.

La Ciudad de México y la zona metropolitana, cuyos ciudadanos fueron sacrificados en el derrumbe, han sido el bastión político de AMLO. No Tabasco, su estado natal.  Si su votación disminuyera notablemente en esa región del país, eso sería un descalabro.

Fuente: DW