diciembre 18, 2024

LA HISTORIA DEL PETROLEO EN MÉXICO.

11 junio 2020.- El primer evento que dio inicio a la etapa de la actividad petrolera en México, sucedió en el Estado de Tabasco en 1857, cuando varios comerciantes de Macuspana se asociaron aportando varias cantidades de cacao para poder adquirir varias laminas de hierro y fabricar recipientes para almacenar “aceite iluminante” que fluía de un manantial cercano y que se usaba para alumbrar, comercializando este producto en las localidades vecinas. Aunque se pensó venderlo en Estados Unidos no fue posible, ya que en ese mismo tiempo los pozos estadounidenses tuvieron una expansión extraordinaria que dejaban al petróleo de México sin posibilidades de competir.

El primer intento de establecer lineamientos de una política acerca de la extracción de petróleo, se hizo durante el imperio de Maximiliano de Habsburgo (1832-1867), pero no tuvo relevancia alguna debido a que la región de Galicia del imperio Austrohúngaro era de las principales proveedoras de petróleo en Europa, y además de que Estados unidos ya había avanzado bastante en el desarrollo de técnicas de extracción de petróleo, por lo que México no tenía posibilidad de competencia.

En 1851, John Mcleot Murphy, ingeniero de la armada estadounidense habría participado en una expedición en el Istmo de Tehuantepec para estudiar el trazado de una ruta interoceánica carretera y ferroviaria. Durante el reconocimiento de dicha ruta, se encontraron varios putos con afloramientos petroleros. Al describir los resultados obtenidos durante su expedición, Murphy dejo el primer escrito de importancia sobre el petróleo mexicano que afirmaba la existencia de abundantes recursos petroleros.

Se dice que, durante el Porfiriato, en México se regalaba el petróleo a los extranjeros, ya que, entre los programas de modernización de México, Porfirio Díaz no solo tuvo mucho cuidado de no perder el apoyo y la tecnología norteamericana, sino que también abrió las puertas a los ingleses, debido a esto, en ese tiempo esos países aprovecharon la situación para apropiarse del petróleo mexicano a sabiendas de la ignorancia que prevalecía en México con respecto al hidrocarburo.

En esta época, los agricultores en México odiaban el chapopote que surgía del subsuelo porque arrasaba sus cultivos, por lo que para los extranjeros era una gran oportunidad para llevar dichas materias primas a sus plantas, disfrazándose de benefactores, pagaban a los pobres campesinos por sus tierras o bien se las rentaban, todo esto mientras el gobierno de Porfirio Díaz no solo aplaudía dichos abusos, sino que los agradecía.

Con la llegada de Francisco I. Madero al poder, todo este abuso comenzó a disminuir, ya que Madero impuso un impuesto por cada barril de petróleo que se extraía y salía del país. Aunque fue una causa muy noble, fue la razón de su fracaso como revolucionario y finalmente de su muerte.

El año de 1911 marcó el inicio de la gran exportación en México, pues en esas fechas la industria petrolera mexicana, por primera vez, exportaba 900 mil barriles, por lo que México en ese momento se convertía en el cuarto productor mundial de petróleo, donde empresas norteamericanas e inglesas extraía el 90 % de esa producción.

Con la llegada de Venustiano Carranza a la presidencia de México y consciente de las inversiones realizadas por todo aquel demandante de exploración y producción, firmó convenios cuidando que México obtuviera beneficios de estos. Al estallar la segunda guerra mundial los alemanes sabían que sin petróleo no tenían garantía de salir triunfantes de dicho conflicto, por lo que ofrecieron al presidente Carranza que, a cambio del petróleo mexicano para así aspirar ganar la guerra, Alemania se comprometía a rescatar en favor de México, las superficies territoriales del país pérdidas por Antonio López de Santa Anna ante Estados Unidos. Aunque en un inicio a carranza le llamó la atención el ofrecimiento de los alemanes, al final terminó aliándose con norteamericanos e ingleses, y con la oportuna y perfectamente localizada franja de oro de la huasteca veracruzana, la producción petrolera mexicana se volvió una importante abastecedora del mercado mundial.

Este gran volumen de exportación se mantuvo de los años 1918 a 1921, donde dos terceras partes del petróleo mexicano se exportaba y tan solo 6 % de esta producción se destinaba al consumo interno del país, en forma de combustibles, aceites de alumbrado y lubricantes. Después de 1921 comenzó el declive de la producción petrolera, ya que, en los años siguientes bajó de manera precipitada, de tal forma que para 1930 la producción petrolera era de tan solo el 20 % de la producción obtenida durante las bonanzas de 1918-1921.

Una de las primeras y más importantes refinerías que se construyeron en el país fue la de Minatitlán, Veracruz en 1909, y ya para 1924 existían 19 refinerías más, la mayoría de ellas instaladas en los puertos de Veracruz y Tamaulipas, para facilitar la exportación de petróleo refinado. Debido a que el combustible fue el derivado del petróleo con mayor demanda en el mercado nacional, su consumo se triplicó de 1926 a 1937. Este aumento en la demanda se debió en gran medida al consumo de petróleo en los ferrocarriles, ya que desde el porfiriato este medio de transporte comenzó a sustituir el carbón por el petróleo.

A finales del siglo XIX, la explotación de los recursos naturales se convirtió en la actividad que aseguraría la economía de las grandes potencias económicas, uno de esos recursos era el petróleo, principal fuente de energía, así como su gran cantidad de derivados. Sin embargo la industria mexicana no había tenido suficiente fuerza para explotar este recurso, por lo que desde el  porfiriato se había permitido la inversión extranjera para impulsar la industria petroquímica, con lo que los recursos extraídos y las riquezas que generaba el ámbito petrolero, no eran reinvertido en la economía nacional, razón por la cual el General Lázaro Cárdenas, el  18 de marzo de 1938, anunciaba la expropiación de la industria petrolera mexicana, hecho que facilito el crecimiento de la producción de la industria energética, manufactura y construcción, obteniendo el camino a un periodo de la historia conocido como “El Milagro Mexicano” donde el crecimiento económico del país fue en promedio del 7.3 %, mejorando la calidad de vida de la población mexicana, y para el 7 de junio de 1938 el presidente Cárdenas crea petróleos mexicanos PEMEX.

Como consecuencia de la transformación industrial del país y la necesidad de incrementar y mejorar las tecnologías relacionadas con el desarrollo de la industria petrolera, petroquímica y química, el 23 de agosto de 1965 fue creado el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), único centro público de investigación en México dedicado exclusivamente a la investigación, desarrollo tecnológico e innovación de la industria petrolera.

En 1989 se crea Pemex comercio internacional (PMI), con la finalidad de realizar actividades comerciales en el mercado internacional del petróleo crudo teniendo operaciones en mas de 20 países, sin embargo, este consorcio se ha dedicado a realizar inversiones en compañías offshore (utilizado para indicar el traslado de un recurso o proceso productivo a otro país) establecidas en paraísos fiscales cuyas opacas cuentas se acumulan desde hace décadas.

El último duro golpe que recibió el petróleo mexicano, fue el propinado el 12 de agosto de 2013 con la llamada Reforma Energética, que implicaba que compañías extranjeras pudieran invertir en México con la finalidad de incentivar la competencia en PEMEX. Esto pareciera una buena oportunidad de favorecer a los consumidores de combustibles y productos derivados del petróleo, sin embargo, PEMEX no tenia las bases necesarias para competir de manera justa ante corporaciones extranjeras de talla internacional, ya que durante décadas, gobiernos de PRI y PAN se habían dedicado a desmantelar PEMEX y CFE, disminuyendo la producción petrolera y eléctrica, cerrando pozos petroleros de PEMEX y debilitando la infraestructura de refinación, a tal grado  que en 2018 se tuvo que comprar petróleo a Estados Unidos siendo México un país petrolero.

No cabe duda que si el presidente actual quiere rescatar la industria petrolera mexicana, se tendrá que enfrentar nuevamente a grandes corporaciones de talla mundial y a muchos otros intereses económicos tanto nacionales como extranjeros, como en su momento lo hiciera el General Cárdenas, ya que esta acción implica una gran dificultad y un gran esfuerzo.  Las posibilidades de que lo logre giran alrededor de la incertidumbre.